Una forma de entender cómo se están sintiendo....
Hola Santa,
Yo soy Regina, tengo 4 hermanos, todos más chicos que yo.
Yo sé que eres el encargado de premiar a los niños que se portan bien, que estudian y que obedecen a sus papás y a sus maestros. Pero, eso no me pasa a mí.
Casi siempre estoy castigada, porque me saco muy malas calificaciones. Las maestras me dicen que soy muy floja, pero eso no es cierto y yo creo que tú lo sabes, pero nadie más me cree. Me dicen que no estudio y que las tareas las llevo incompletas; de veras, Santa, que siempre que empiezo mi tarea por las tardes en mi casa pienso en que la quiero terminar bien, quiero que mi maestra me felicite y que en lugar de mandarme castigada con la directora, mande a mi casa un recado a mis papás de que el dibujo que hice estaba bonito.
No importa que ponga todo de mi parte o que le “eche ganas” como me dice mi mamá, siempre hay algo que me falta o que está mal. Siento mucho miedo de que la maestra me pregunte cuando estamos en la clase; los niños se ríen de mí y me dicen “buh” cada vez que me toca hablar porque a la mera hora se me olvida lo que iba a decir, pero, a veces, si sé lo que la maestra está preguntando y se me sale… lo grito y entonces también se enojan aunque la respuesta esté bien, me vuelven a regañar.
En mi escuela hacen una premiación al final de año, nunca me he ganado ninguna medalla, es más, la maestra me ha dicho que si me puedo quedar ese día en mi casa… ¡mejor!.
En mi casa me pasan algunas cosas iguales, mis papás se enojan conmigo porque no los obedezco; se me olvida lo que me piden que haga. Dicen que ya no me tienen confianza ni para dejarme encargada del perro y que están seguros que me voy a dedicar a vender chicles en las esquinas, porque no sirvo para nada. Mis primas sí hacen bien las cosas. Ellas siempre andan muy limpias y muy bien peinaditas, yo no, me despeino muy rápido, el vestido se me ensucia con la grasa de la bicicleta o lo rompo porque me caigo de los patines o se me atora en el árbol o en alguna barda. Mi mamá dice que no me dura la ropa y que ya no me va a comprar más si no la cuido. Querido Santa, no sé cómo cuidarla para que mi mamá no se enoje y que me quiera como quiere a mis primas.
También me siento mal con mis hermanos, porque ellos no son como yo. Ellos sí obedecen, ellos tienen buenas calificaciones y se han sacado medallas. Mis papás no los regañan como a mí y nunca los han castigado encerrados en su cuarto en vacaciones para que estudien todo lo que nos enseñaron en la escuela, sumas, restas, multiplicaciones y lo más difícil, las divisiones.
No quiero pedirte juguetes, pero quiero pedirte que me enseñes con tu magia a hacer bien las cosas, a que mi maestra me felicite y que mis papás se sientan muy orgullosos de mí.
Quiero que mi maestra me diga a mí lo que quiere que haga, quiero que no se enoje si la interrumpo, quiero que me ponga una carita feliz en mi cuaderno como a mis compañeros, quiero que me crea que sí hice la tarea, quiero que ella me enseñe las matemáticas de otra forma y que no me deje tanta tarea. Quiero que les hable bien de mí a mis papás y que en lugar de regañarme porque en la clase digo un chiste, se ría de él. Que entienda que si me muevo mucho y tiro todos mis útiles no es porque la quiero molestar, sino porque a veces me queda muy chico el pupitre, como que me estorba.
Quiero que mis papás me abracen y me digan que sí sirvo, que no me castiguen tanto porque pierdo mi ropa y mis cosas, porque digo muchas groserías, me peleo con mis hermanos o porque llego a mi casa con los pantalones rotos y con sangre en las rodillas. Quiero que me den la oportunidad de demostrarles que si sé hacer muchas cosas bien, como contar cuentos y chistes, inventar juegos, disfrazarme, aprenderme todas las canciones, hacer tarjetas de Navidad y que yo soy siempre la que me acuerdo de los cumpleaños de todos.
Mi querido Santa, sólo quiero ser feliz, muy, muy feliz, así como yo veo a mis hermanos y a mis amigos de la escuela, quiero ser como los demás.
Muchas gracias,
Regina