No es sencillo diagnosticar a un niño, adolescente o adulto; se necesita un equipo interdisciplinario y de expertos en la materia. El TDAH es un trastorno que se puede confundir con muchos otros y es necesario que el diagnóstico sea comprensible de la condición de la persona. Es obligado que el experto sepa diagnosticar los trastornos comórbidos (trastornos asociados) y que los evalúe con mucha cautela, ya que en algunas ocasiones es primordial tratar el trastorno asociado antes que el TDAH, pero lo cierto es que todos los trastornos deben de ser atendidos.
El diagnóstico sirve para poner de relieve el conocimiento, la experiencia y la comprensión existentes, ofrece un profundo alivio a las familias que han sufrido incertidumbre y crea vínculos con una amplia comunidad de familias que encaran el mismo problema.
A continuación les presentamos el caso de Rodrigo como un ejemplo de un niño que desde muy temprano muestra las características del TDAH, las dificultades por las que atraviesan él y sus padres, el proceso de detección y las recomendaciones de los especialistas para este caso en específico.
RODRIGO
- Primeros años de vida:
A Rodrigo lo describen sus papás como un niño que requiere mucho movimiento, refieren que desde pequeño ha sido así. Incluso, la madre comenta que solía impulsarse adentro de la cuna. Cuando van de visita a casa de los abuelos es necesario que alguien ande atrás de él, es difícil ir de compras o incluso llevarlo a su visita con el pediatra, ya que todas las mamás que se encuentran en el consultorio piensan que no le ponemos límites y que es un niño muy enojón si tratas de mantenerlo quieto. Aún antes de poder gatear se movía como podía y lograba desplazarse unos buenos metros sentado, de brinquito en brinquito llegaba.
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